- Categoría: Noticias
Por José Eduardo Lozano Jiménez, Decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales, Universidad de la Costa, Barranquilla
Considero que como persona, como ciudadano y como psicólogo debo pronunciarme sobre temas tan relevantes como el que desde esta mañana está sucediendo en Tasajera. Aunque es un hecho puntual, claramente tiene raíces en el tiempo.
Comparto la noticia
Aunque no comparto que las personas roben o pretendan sacar provecho de situaciones como un accidente, pienso que sus actitudes -que los llevan a poner sus propias vidas en riesgo, y en ese sentido la de sus familias que en eco de las consecuencias resultan afectadas indirectamente- no nacen del puro azar, o por "maldad", o por pura "holgazanería", o por que les gusta "la vida fácil". Esta ´lógica´ absurda, me llevaría ineludiblemente a pensar que se "merecían" su mortal suerte, y no estoy de acuerdo. Considero que si bien hay responsabilidades individuales en cualquier acción, también hay responsabilidades históricas que llevan a la gente, por supervivencia y por facilismo, a buscar estas vías para solventar sus necesidades e intereses. Somos una sociedad desigual, que año tras año pasa por muchas "Tasajeras", con indiferencia. Esta y muchas poblaciones viven en el olvido y son marginadas por el Estado y la sociedad -de la que somos parte- en su conjunto. Viven en condiciones materiales, sociales y culturales en las que se gestan e instalan paradigmas que les permiten sobrevivir e "ir adelante". Hay condiciones estructurales de muchas formas de pobreza que los llevan a conductas que, en ocasiones, no son resilientes, ni sanas, ni legales; pero que emergen en un contexto de vulnerabilidad y sin ningún privilegio. A todos, como ciudadanos, nos asisten derechos y deberes y es fácil desde la esquina de quienes gozamos de los derechos pensar en lo obligante de los deberes; pero no creo que sea igual para quienes adolesciendo de los primeros probablemente no se sientan muy inclinados por los segundos. No lo justifico, pero vaya que sí lo comprendo y como sociedad, me siento corresponsable de habernos convertido en un sistema fracturado y enfermo. En un sistema que se permite incluso juzgar a otros, desde la comodidad de las necesidades básicas satisfechas.