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Introducción
El grupo de investigación Alta Dirección, Humanidades y el Educar-se (Giadhe), de la Universidad de San Buenaventura, ha venido liderando el proyecto denominado La cadena de los actores de la salsa, el cual ha servido como excusa para formular hipótesis que le permitan descifrar el cuerpo de los sujetos que bailan este tipo de música. En esta pretensión, se intenta comprender cómo y de qué manera, a través de la historia, Cali ha sido reconocida como La capital mundial de la salsa. En consecuencia, se vale de las ciencias humanas y sociales para tomar como objeto de estudio el cuerpo y sus relaciones con la ciudad, y así reconocer sus procesos individuales e interacción social, teniendo en cuenta algunos autores postestructuralistas, quienes brindan una idea del cuerpo político y sus dispositivos de regulación, vigilancia y control.
En consecuencia, a medida que se observa este fenómeno, se intenta comprender la relación que existe entre cuerpo, danza y ciudad, de manera que se puedan explorar las voces de los actores de la salsa caleña y su producción corporal. Por lo tanto, se pretende hacer una lectura de las prácticas dancísticas de los sectores populares para asociar esos saberes con el universo pedagógico universitario y así indagar el reconocimiento de esta configuración de patrimonio cultural.
El cuerpo y la salsa en Cali
Cali tiene algunas características particulares que nos brindan pistas sobre su población y su relación con la ciudad: en primer lugar, está ubicada en el valle geográfico del río Cauca y ha tenido una estrecha relación con los ingenios azucareros, quienes han sido señalados de establecer prácticas esclavistas sobre las tierras y los cuerpos, no solo en Colombia sino también en América Latina. Adicionalmente, resulta ser un lugar que se erigió a partir de un cúmulo de migraciones, lo que la ha llevado a ser reconocida como una ciudad de cruce de caminos, brindando una multiplicidad de experiencias políticas, sociales, culturales y corporales.
Asimismo, Cali inició su fundación en la zona norte y continuó su crecimiento en el sector sur, donde se ubicaban los estratos de clase alta, media o media alta. Pero, a partir de 1910, cuando se convierte en la capital del departamento del Valle del Cauca, se presenta una fuerte lucha por la tierra y la vivienda desde los sectores populares. Sin embargo, fue a partir del magnicidio del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, -época conocida como La Violencia (1946-1958)-, cuando Cali tuvo una primera migración proveniente del departamento del Tolima que se estableció en las zonas de ladera. Posteriormente, en los años sesenta, nuevas migraciones de comunidades afrocolombianas, provenientes del Pacífico y del norte del departamento del Cauca, se mudaron al oriente de la ciudad, colindante con el río Cauca. Este movimiento de personas contribuyó al poblamiento masivo de las zonas marginales; es decir, oriente y occidente de la ciudad. Uno de los motivos de esta llegada masiva desde diferentes lugares, fue la idea de concebir a Cali como símbolo de oportunidades en el suroccidente del país, imaginario que aún persiste en el discurso colombiano.
Una vez reconocidos los tipos de migración y las características particulares de formación de la ciudad, abordamos tres imaginarios sociales caleños del siglo XX. El primero: Cali, la ciudad cívica de Colombia, donde se reconocía su respeto por la norma social. El segundo: Cali, ciudad deportiva de América, debido a que es proclamada sede de los VI Juegos Panamericanos (1971), lo que contribuyó a su reconstrucción después de la explosión del 7 de agosto de 1956. El tercero: Cali, capital mundial de la salsa, tiene sus orígenes en los años veinte con la aparición de la Feria de Cali -evento que inició como un carnaval- donde se reconoce la ciudad como la capital de la salsa, no porque produzca ese tipo de música, sino porque la consume; y tal vez, conserva la mayor memoria musical de este género en América Latina.
En el tercer imaginario se hace visible una práctica del baile de la salsa que se configura en la zona oriente de la ciudad, lo que genera para la investigación liderada por el grupo Giadhe una categoría analítica que denominó cuerpos populares racializados, la cual está sustentada en que la música salsa y el baile caleño están más anclados a las comunidades populares y afrocolombianas. Son los cuerpos migrantes de los barrios populares de la ciudad los que son racializados por la sociedad, a partir de tres tipos de escenarios:
El primero: cuerpo negado explotado, presenta una forma de racialización en el cuerpo masculino, a partir de los corteros de caña (agenciado por los ingenios azucareros); y en el femenino, con las mujeres que trabajan de internas en el servicio doméstico de las casas de familia. Aquí no existe un reconocimiento del discurso liberal de ciudadanía, sino que se genera una explotación de sus prácticas laborales.
El segundo: cuerpo negado explotado integrado, proviene de la segunda ola migratoria de afros, quienes continúan viviendo en sectores populares de la ciudad, pero con un mayor grado de autonomía económica gracias a las prácticas ancestrales de sus preparaciones culinarias, estéticas y económicas, lo que les permite ingresar a estudiar a las universidades e integrarse con otras dinámicas a la ciudad.
El tercero: cuerpo tolerado, viene del concepto de tolerancia represiva usado por Adorno y Horkheimer; es decir, este grupo es reconocido como habitante de la ciudad, pero hay una pretensión por no permitirles movilidad social, reproducir sus roles colectivos anclados a un territorio o a ciertas prácticas sociales en las que puedan vincularse a actividades de la sociedad mestiza o blanca. En este momento aparece la Ley 70 de 1993, donde se brinda un reconocimiento jurídico a los territorios colectivos de las comunidades negras, pero la titulación es solo para el sector rural o para este grupo poblacional que vive cerca a los ríos; es decir, los afrodescendientes que habitan territorios urbanos quedan invisibilizados.
Pero el baile caleño se hace presente en los tres escenarios mencionados, muy ligado a la vida cotidiana y al baile popular, aunque en este tercer momento aparece en escena no solo el bailador, sino que se da inicio al espectáculo y a la industria cultural. Es importante anotar que en sus inicios se presentaba una expresión dancística conocida popularmente como el baile a piso, derivado del modelo mexicano del espectáculo, y estaba atravesado por el dispositivo cultural y el vestuario que usaban los bailarines de la época. Walter Cuero, más conocido como Watusi, calificado como el campeón mundial de la salsa en los años sesenta, es un ejemplo de este tipo de expresión. Es así como las comunidades que padecían estas lógicas de trabajo fuerte y de negación recurren al baile, a la música y a la religiosidad como resguardo para resistir y existir.
Un hecho importante sucede con el desplazamiento territorial de estos cuerpos que bailan: los domingos, atravesaban el puente que comunica a Cali con el municipio de Candelaria para asistir a los bailaderos. Fue así como Juanchito se convirtió en un lugar de liberación y de reconocimiento para sus cuerpos racializados, excluidos e invisibilizados. Aparecen en escena, los hombres moviendo sus pies; las mujeres, sus caderas; haciendo giros, liberando la energía de un cuerpo que no se reconoce en la ciudad; creando un crisol entre diversos bailarines de los sectores populares.
El cuerpo es lanzado al aire
Con la aparición de los bailaderos y las discotecas se genera un movimiento interesante para la indagación: se cambia el baile a piso por una serie de acrobacias donde los bailarines y bailarinas son lanzados al aire. Ese cuerpo, que era observado en el piso, toma elementos del tango, del acto circense o del ballet, y construye una mixtura que se agencia para que la danza se inserte en el fenómeno comercial del baile.
A partir de los actores de la cadena de la salsa se pretende explicar este fenómeno donde el cuerpo se lanza al aire para hacerlo visible, para que tenga un reconocimiento en el ámbito político y social. Esas prácticas construidas y agenciadas en sectores populares que no habían sido reconocidas presentan una música, un ritmo y un baile que goza de aceleración, y se ajusta a las sociedades modernas. Se configura una nueva estética del baile que cada vez pone mayor esfuerzo y riesgo para el bailador.
En resumen, estas son algunas hipótesis que intentamos descifrar a partir de un cuerpo que está ligado a una práctica cultural que incorpora el baile de la salsa, en la que se pretende reconocer cómo se integra la idea de Cali: capital mundial de la salsa con el espectáculo o la industria cultural. Se acude a la perspectiva de Foucault sobre el reconocimiento de las prácticas cotidianas; por lo tanto, es nuestro interés reconocer el interior de las comunidades que bailan; personas, generalmente, de la zona marginal de la ciudad que poseen difíciles condiciones de vida, cuyo cuerpo popular, negro, afro, ha pasado por un régimen de exclusión. Pero, en la emergencia de los hallazgos se puede identificar un régimen de visibilidad corporal que nos muestra un campo de problematización interesante: ¿qué les acontece a los cuerpos negros populares de la capital de la salsa en la sociedad del espectáculo, el marketing y la industria cultural?
Autores: (Universidad de San Buenaventura): Harold Viafara Sandoval: director, Maestría en Alta Dirección de Servicios Educativos. Julio César Rubio Gallardo: director, Licenciatura en Ciencias Sociales. Edward Carvajal Arciniegas: docente, Facultad de Ciencias Humanas y Sociales.
Las opiniones aquí expresadas son de exclusiva responsabilidad de sus autores y no necesariamente reflejan la posición de la Asociación Colombiana de Facultades de Humanidades y Ciencias Sociales, ni de su Consejo Directivo.