Blog 8-El Conocimiento: Espacio del Hombre para el Hombre

Siglos de “con-vivencia” de miradas absortas, reconocimientos y descripciones de todo lo que hace parte de la obra excelsa del mundo; siglos de siglos en una búsqueda constante, en un “con-templar” los grandes misterios de la humanidad, tratando de dar respuesta a la necesidad de conocer, de saber. No obstante, ¿dónde se ha buscado el conocimiento?, ¿a quién ha beneficiado?, ¿para qué se quiere conocer? entre muchas otras preguntas que pueden surgir frente al tema. Quizás en esa búsqueda nos hemos perdido y haga falta la creación de un canto que evoque lo humano, de un canto que permita florecer y emanar la naturaleza creativa-prolífica del hombre, un canto que sea melodía en todos, respetando las individualidades, pero ofreciendo un primer lugar al hombre y su vida; como una totalidad, ubicado en todos los espacios para que la fuente fructificante sea su nombre y no las cosas y saberes ausentes de él; desde allí, entonces, podrá partirse sin pretextos hacia el conocimiento y será este un verdadero aporte para el hombre desde el hombre y para la sociedad en la que vivimos.

No obstante, el concepto de conocimiento es algo muy complejo, debido en primer lugar a la polisemia de la palabra y en segundo lugar a la pluridimensionalidad de enfoques que él permite, porque puede ser entendido desde diferentes disciplinas, ciencias y ópticas; igualmente dependiendo de ellas y de los lentes a través de los cuales se mire, también se puede comprender de diferentes maneras, como saber o saberes, como información, como representaciones, abstracciones o conceptualizaciones, como explicaciones, comprensiones o formas de transformar la realidad o realidades[1]. Por esto, la pluralidad semántica que implica el conocimiento se ha constituido en preocupación constante de epistemólogos, filósofos y científicos de los diferentes campos de las ciencias.

Para hacer algunas reflexiones sobre el concepto, se hablará de conocimiento, en primera instancia, como aquello que va más allá de la información, entendida ésta como “los mensajes o saberes que se transmiten, es decir, es el resultado de un proceso comunicativo” y en segunda instancia, el conocimiento como algo que va más allá del saber, el cual por su parte, históricamente se refería a tener información o noticias sobre algo o alguien, significado que se fue especializando hacia ser docto en alguna materia o conocer suficientemente de ella; el saber se asocia con el dominio de la información que se posee e inclusive para Gibbons (1997) supera la estructura disciplinar y se da en un contexto específico y localizado, sin embargo, el conocimiento supera la información y el saber,  la diferencia está en cómo éste afecta la vida de los sujetos conocedores.

Lo que ha predominado a través de la historia por parte de los científicos e investigadores, es la acumulación desorbitante de saberes, y cada vez con mayor rapidez el hombre inventa nuevos productos que aún no han sido vistos por todos cuando una versión mejorada sale al mercado; y se crean más medios e instrumentos para acceder a la información de manera más rápida y al alcance de todos, esto no está mal sino primará sobre lo humano. El problema está en que la competencia, el capitalismo, las ansias de poder y de dinero, han hecho que el hombre pierda el horizonte sobre la finalidad del conocimiento - el hombre mismo. se ha dejado a un lado la educación, la paz; la vida del hombre como ser humano que piensa y siente, que tiene valores y facultades que desarrollar.

Hemos asumido el saber como algo externo a los sujetos, algo relacionado con la razón, olvidando que el hombre, tal como lo plantearon los humanistas es integral y debe ir más allá de buscar explicaciones externas a su ser. El verdadero conocimiento busca comprensiones, no a través de verdades universales, ni de teorías establecidas y muchas veces ajenas, sino de realidades concretas, históricas donde cada uno de los sujetos es y existe, en ese espacio donde siente, piensa y vive, de ahí que el conocimiento es contextual.

De hecho, el conocer no puede concebirse como un verbo si realmente no muestra su accionar; si a la luz de la existencia no aflora en respuestas a las inquietudes que él construye, genera y descubre; en soluciones a los problemas que él vive y lo afectan, en palabras de Gibbons (1997) si no responde a las necesidades de alguien y se produce para alguien. No se trata entonces, de saber teorías, se trata de vivificarlas en la esencia de la escena creadora del hombre, como respuesta a las diversas problemáticas de sí mismo y del mundo. Hacer ajeno al hombre y su entorno del proceso creativo del conocimiento, es como querer navegar en una playa de arena en donde todos los elementos de este magno proceso se instalan, pero mueren de inanición por esa falta del verdadero viaje que este requiere y de ese mar que es movimiento, que es fluencia, y cambio permanente en el ritmo y en el espacio en el que gravita.

En este mismo sentido, Max Neef (2011) en la entrevista realizada por Amy Godman titulada “Sabemos muchísimo, pero entendemos muy poco” afirma que el problema para toda la crisis social que enfrenta el hombre en la actualidad es que “hemos alcanzado un punto en el cual sabemos muchísimo, pero comprendemos muy poco. Y creo que ahí es donde está el meollo del asunto, porque saber no es lo mismo que comprender”. Con esta afirmación se refuerza el sentido del conocimiento como un saber apropiado y como diría Gibbons (1997) contextualizado, localizado que responde a necesidades específicas. La comprensión requiere la apropiación de los saberes la cual se logra a partir de la interpretación de las experiencias de los seres humanos que se asumen como sujetos, que viven en un determinado momento histórico y en ciertos contextos específicos.

De esta manera, se renunciará a ser como muchos científicos en el transcurrir del tiempo, a quienes les ha pasado la vida como a la cítara, entonando dulces melodías y armoniosas notas para la complacencia de quienes las escuchan, pero alejados del mundo circundante, de la esfera verdadera en que gravitan. ¿Qué notas moverán la música? ¿Será ésta el reflejo del aire que se respira? O ¿serán estas, notas ajenas, con aires y letras foráneas? Estas preguntas, desde la metáfora, actúan como una reflexión en diversos tópicos frente al proceder de algunos científicos, que buscan explicaciones, plantean teorías ... sin permitir que estas, toquen las fibras más sensibles de sus vidas.

Las anteriores reflexiones nos invitan a mirar el propio espacio, permitir que las circunstancias y los hechos nos lleven a pensar nuestras realidades, aunque como lo manifestaba Zemelman (2011) ésta “no sea una realidad clara, inequívoca, con una significación cristalina y a la cual se le pueda abordar sencillamente construyendo teorías o conceptos”, o adaptando corpus teóricos, creados en realidades ajenas y lejanas a la realidad estudiada, o en momentos que no son el presente histórico y que por tal razón carecen de significado. Tampoco es la realidad mostrada en los discursos y textos impuestos por los grupos de poder. En cualquiera de estos casos, estaríamos organizando, no sólo el pensamiento, sino el conocimiento dentro de marcos que no son los propios, ni los reales, sino a partir de textos ajenos, creados por sujetos foráneos y distantes.

En consecuencia, el comienzo para todo conocimiento, es reconocernos como seres históricos, como constructores de las realidades de las cuales participamos; en esta perspectiva, ha de darse un encuentro con nosotros mismos, con nuestra historicidad y nuestras realidades; de ahí que son indispensables los espacios que permitan pensarnos y pensar nuestros entornos para producir conocimientos a partir de nosotros, escuchándonos, permitiéndoles a las cosas y a las situaciones que nos rodean dejar una huella perceptible, mirable, palpable; una huella que florezca al contacto no solo con la cognición, sino con la sensibilidad, la emotividad y el asombro.

Max Neef (2011), afirmaba “solo puedo pretender comprender aquello de lo cual me hago parte, no puedo comprender aquello de lo cual yo me separo”.  Esto nos lleva a pensar que no se puede continuar separando el objeto (sujeto) observado del sujeto investigador, puesto que el conocimiento es producto de la interacción existente entre los dos sujetos; teniendo en cuenta que tal como lo expresa Gadamer (2005) ambos cuentan con unos preconceptos que les permiten ver su realidad de una manera determinada y expresarla a través del lenguaje como una interpretación de la misma por medio de textos dotados de sentidos que dan cuenta de la realidad investigada, Por tanto, en todo proceso de investigación la voz del investigador también es importante y su experiencia cuenta, desde esta perspectiva, son sus propias experiencias y una postura crítica frente a ellas las que conducen a nuevas elaboraciones y actitudes sobre las realidades sociales.

A manera de síntesis sobre el conocimiento, se puede decir que es la comprensión y / o transformación  de una realidad determinada gracias a las acciones del investigador quien  actúa en ese contexto, donde él es el primer texto que debe ser leído, como su propia antorcha y como el actante principal de su camino; se construye con la mirada de los otros, de los iguales, de los diferentes; y brinda posibilidades conceptuales cercanas al espacio, al aire y al mundo en el que verdaderamente habita, donde a partir de la resolución de sus propias angustias y las de su entorno puede contribuir a la comprensión y construcción de su realidad, a la solución de sus problemas, con una postura reflexiva, crítica y con conciencia histórica[2]

Esto obliga a los investigadores a hacer aportes críticos desde la historia, desde el tiempo y el espacio en el que se gestan, desde el agua que aún no ha corrido su cauce y el viento que aún no ha llegado al presente. No es tarea fácil, pero es lo más justo para el pasado y lo más asertivo en el presente, con miras a un futuro prometedor. De esta manera se nos invita a pensar en otro sentido del conocimiento, no el que nos permiten los libros, ni enfocado a las grandes teorías elaboradas, porque es hora de repensarlas, de mirar desde nosotros y hacia nosotros mismos, a nuestras inquietudes existenciales; aunque esto no significa rompimiento con otros autores y con las teorías existentes, sino generar diálogos con ellas a partir de lo nuestro; Zemelman (2008) al proponer un conocimiento epistémico y no teórico para las ciencias sociales-,  afirma que “el problema es la teoría, no en sí misma, sino en las formas como ésta ha sido asumida; se repite muchas veces sin considerar las realidades que la produjo, por eso ésta requiere ser resignificada, revisada a la luz de las exigencias de las realidades históricas, muchas veces emergentes, nuevas, inusitadas, imprevistas” (p. 2).

En consecuencia, los conocimientos no se producen desde la teoría por procesos de repetición y memorización, sino que, para el caso de las ciencias sociales, son resultado de los saberes con conciencia histórica, puesto que solamente cuando tenemos conciencia de nuestras realidades somos capaces de cuestionarnos y reaccionar, de actuar desde investigaciones con acercamientos transparentes frente a las realidades y a los sujetos individuales y sociales.

Referencias

GADAMER, H.G. (2004) Verdad y Método I. Salamanca : Ediciones Sígueme.

_________. (2005) Verdad y Método II. Salamanca : Ediciones Sígueme. Sexta Edición

GIBBONS, M. y otros (1997) La Nueva Producción de Conocimiento. La dinámica de las ciencias y la investigación en las sociedades contemporáneas. Barcelona: Ediciones Pomres- Corredor, S.A.

MAX-NEEF, M. (2011) “Sabemos muchísimo, pero entendemos muy  poco” . Recuperado el 10 de Febrero de 2012  de, http://blognanin.blogspot.com/2011/08/max-neef-sabemos-muchisimo-pero.html

MORIN, E. (2001). Los Siete Saberes Necesarios para la Educación del Futuro. Primera Edición 1990, Colombia: Cooperativa Editorial Magisterio

ZEMELMAN, H. (2006). El Conocimiento como Desafío Posible. México D.F, México: Editorial Instituto Politécnico Nacional.

___________, H. (2011). Seminario de Pasantía sobre Espistemología y Pensamiento Crítico. México .D.F.: IPECAL.

___________, H. (2008.). Pensar Teórico y Pensar Epistémico: Los Retos de las Ciencias Sociales Latinoamericanas. México.

 

Autora:          Gloria del Pilar Londoño

Dra. en Ciencias de la Educación

Decana

Facultad de Ciencias Humanas y Sociales

Universidad de Nariño

 

[1] A través del tiempo ha habido diferentes concepciones de realidad, dependiendo de las escuelas filosóficas, el enfoque y punto de vista que tenga cada una de ellas. Así desde los clásicos se inició el cuestionamiento sobre si la realidad está constituida por un mundo objetivo independiente del hombre o si ésta es resultado de la mente humana.  De la misma manera hay diferentes concepciones sobre cómo podemos conocer la realidad,  y por ejemplo, se ha planteado que es posible conocerla mediante el pensamiento (racionalismo), mediante la experiencia (empirismo) y mediante la observación y experimentación (Positivismo).

Al cuestionarnos sobre el sentido de realidad a partir de la comprensión sobre el conocimiento en las ciencias sociales se puede decir que la realidad no es estática, sino cambiante, dinámica y ubicada en contextos específicos, en un tiempo y espacio determinado, construida por sujetos, tanto social como individualmente gracias a que esta es también producto de sus elaboraciones mentales a partir de las experiencias personales, por lo cual no tiene carácter ontológico en sí misma, es heterogénea, no tiene un único contenido, ni se puede hablar de una sola realidad, sino que puede tener muchos contenidos y sentidos, dependiendo de los sujetos que la interpreten y de cómo se encuentren colocados frente a ella. (Zemelman, 2010) pero, se habla de la realidad de todos los sujetos, sin exclusión alguna, porque ésta los incluye a todos, aún a las minorías, a  los grupos menos favorecidos, aquellos que han sido discriminados o aislados y a aquellos que no pertenecen a los grupos dominantes o de poder

[2] Zemelman (2006) plantea que la conciencia histórica implica reconocernos como sujetos constructores y participantes de una realidad y de un momento histórico que es el presente, como producto del pasado, pero también con expectativas de futuro,  por tanto, la conciencia histórica depende de la colocación de los sujetos en un tiempo y espacio determinados, pero la conciencia también requiere de una apertura que le permita ver más allá de lo evidente.

 

 

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